miércoles, 29 de abril de 2009

____________ _ιηνєηтαя яєℓαтσ єѕρα¢ιαℓ/ƒαηтáѕтι¢σ/мιтσℓógι¢σ//


Querida Venus:
Primero de todo… ¿Cómo va todo por la tierra? Espero que bien. Después de la boda, no pude hablar demasiado con nadie… ¡Pasó todo tan rápido! ¿Te gusta la postal? Ya sé que te podría haber llamado por teléfono para contarte cómo va el viaje, pero ya sabes que me gustan las viejas costumbres… Lo que puedes ver en la foto es un bonito atardecer aquí, en Saturno… ¿A que es precioso? Te parecerá extraño que la luz se vea verde, no es ningún efecto de imagen, sino que en Saturno, la luz del atardecer y del amanecer es verde, es algo impresionante Venus… ¡Tendrías que verlo!
También hemos visitado millones de sitios más… ¡Y no es una expresión! Y es que, aquí en Saturno, la gente se mueve de un lado para otro en nave espacial, por una especie de tubos que hacen la función de las carreteras en la Tierra, y con este sistema se puede llegar en milésimas de segundo a cualquier parte.
La arena de la playa es como plastilina y el agua del mar es de color rojo. Las montañas cambian su posición diariamente y esto, es por la influencia de los anillos. Estos son una cosa impresionante. Miras al cielo y alrededor puedes ver miles de pequeños puntitos de colores flotando, y siempre los puedes ver porque en Saturno, la luz nunca se va y el cielo es de color blanco. Mañana, Crono y yo, visitaremos un parque de atracciones que hay en uno de los satélites, en Titán, y de esta experiencia te podré contar más a mi regreso.
Pero de todo lo que hay en Saturno, lo más curioso es ver en directo a los singulares seres que lo habitan. Son exactamente como en la tele. Bajitos, peludos, con un solo ojo y hablan con voz de pito y en un idioma extraño. Aquí todo es de todos. Nada más llegar, uno de ellos me robó mi maleta y a cambio me dio una especie de artilugio (que si te soy sincera aún no he descubierto su utilidad) y se fue tan campante. Crono sospecha que estos seres no son tontos y que lo hacen con toda la intención del mundo, pero ¿Cómo se puede dudar de estas personitas tan peludas y adorables?
Además en el hotel, estamos haciendo muchas amistades. Puedes encontrar gente de todas las plantaciedades: Venusianas, Marcianos, Jupiteros e incluso el otro día, me encontré a un ser que según el guía venía de otra galaxia.
En fin, ya llevo una semana en Saturno, y no paro de descubrir cosas nuevas. Sin duda está siendo el mejor viaje de novios que haya podido tener, muchas gracias por el regalo tía Venus.
Hasta Pronto y recuerdos a todos.

____________ _¢σηтιηυα¢ιóη ∂є "υη αzυℓ ραяα мαятє" ∂є ѕαяαмαgσ//

Entré distraido al tren espacial, cabilando aquel dilema. Seguro que en diez años de ausencia, la avaricia humana habría ido en aumento y el hecho de compartir los colores con los marcianos, no les causaría demasiado entusiasmo.


Revisando la revista "El viajero" , el suplemento del ciberperiódico, encontré mi respuesta: viajaría al cielo, allí alguien podría ayudarme.

Tras un corto trayecto de media hora, el tren espacial paró a las puertas del cielo, ya que no podía pasar, por orden directa de los dioses. Bajé del tren con mi maleta y llegué al gran pórtico de barrotes blancos, rodeado de nubes esponjosas y cielo azul por todas partes. Esa paz, fue rota de pronto por una voz:


-¿Quién va?

-¡Hola! mi nombre es Saramago... vengo buscando ayuda... ¿Puedo hablar con Zeus?

-Hummmm... Creo que Zeus está reunido con Alá en estos momentos, pero lo voy a consultar... Espere aquí.


De pronto, se abrieron las grandes puertas. Allá esperé, sentado en una nube a aquel gracioso hombre (San Pedro, así lo llaman en la tierra), que llegó con paso rápido y con cara de esfuerzo.


-Zeus le informa de que ya ha terminado con Alá y que puede pasar, señor Saramago.


De pronto, una ráfaga de aire me impulsó hasta otro gran pórtico, que se abrió justo delante de mis narices. Un hombre grueso y barbudo, estaba sentado en un gran sillón de piedra. Europa, estaba con él. Me quedé callado, esperando que alguno de los dos advirtiera mi presencia , y por fin lo hicieron:


-¿Quería verme, ilustre Saramago? - bramó Zeus.

-Sí, vengo en busca de alguien - contesté.

-¿De quién? Sabe que nadie puede salir del cielo, es una norma...

-Vengo en busca de Salvador Dalí.

-¿Al demente Dalí? ¿Y para qué lo busca? - preguntó Zeus intrigado.


Pasé un buen rato, contándole a Zeus mi viaje a Marte, todo lo que allí aprendí y que en Marte no tenían colores y mi intención era que Dalí me ayudara.


-Si... había oido hablar de esos mundos alguna vez, pero ya sabes joven José, que una vez muere la persona no puede regresar al mundo de los vivos.


"Toc Toc" nos interrumpieron dos golpes secos en el gran pórtico.

La figura de Dalí, caminó sonriente hasta donde Zeus y yo nos encontrábamos conversando.


-Señor de los señores, ¿Quería verme? - dijo a la vez que se inclinaba y rizaba su curioso bigote.

-Sí, le espera la mayor obra que haya usted realizado en la historia...


Y así Dalí, con la ayuda de Eros (ya que no podía salir de cielo), lanzó flechas con pinturas de colores, y fue tiñendo el monocromático planeta de verdes prados, inmensos mares azules, flores amarillas... Eros tenía que atinar bien, ya que queriéndole dar a las hojas, le daba a las manzanas rojas, que se volvía verdes y ácidas.


Los marcianos, que no conocían el mal, vieron en las flechas un elemento inofensivo y se expusieron a ellas.


Por muy marcianos que fueran, la vida corría por sus venas, y esta se derramó por todo el planeta, tornándolo de un rojo escarlata.

Y así, el planeta Marte, quedó sin vida y su intenso color rojo se podía observar desde cualquier punto de la galaxia.

__________¢σℓιѕιóη//

El coche que relucía con el brillante reflejo del sol, tan brillante como tus gafas, esas de estilo Police a lo malote de Hollywood como James Dean, tu actor favorito, cuyo sueño tuyo era haberlo conocido y mi sueño es llegar a conocerte; por eso en este instante me dedicaré a observarte.

Volaba contra el viento tu pelo alborotado, rubio, brillante, tan brillante como el oscuro final de este fin de semana, que puede ser el fin de mi soledad, que sola te sigue esperando y ya se ha cansado de esperar.

Y yo de forma ciega en ese viaje de ensueño, sueño que sea perfecto y especial, tan especial como tu vestido, que realiza mil pliegues por el efecto del viento, ese que guía en esta colisión nuestro coche hasta el infinito, el lugar donde el tiempo no existe.

Cinco segundos mortales, me miras y no puedo aguantar tu mirada, parecida a la de un niño asustado, que vive ignorante el momento sin conocer aun bien las consecuencias de una noche desvelada.

Y aprendí cuanto sé de la realidad, solo observándote en estos cinco segundos mortales, mientras nuestro coche volaba.