martes, 7 de octubre de 2008

★volverтe a ver★

Atravesé el andén y busqué la compuerta: “número 14, asiento B”… Parecía el final de algo, pero en realidad aún quedaba un largo viaje.


Tras de mí, quedan los recuerdos de mi vida en París: el piso, las fiestas, mis compañeros de facultad… Ahora ha llegado el momento de afrontar la realidad, de volver a San Sebastián. También de los malos tiempos. Conseguir dinero para vivir, no es tarea fácil y menos en París. “La vida esta cara” siempre solía decir mi padre. Al final qué pasó, tuve que dejar de estudiar y trabajar, trabajar, trabajar…



¿Qué buscaba? Huir, libertad, saber quién era… ¿Qué he encontrado? Volver, fracasar, saber que no soy nadie… Y arrepentirme, cuando recibí esa maldita llamada:



-A tu madre le queda poco (…) solo quería que lo supieras…



¿Solo eso no? Aún recuerdo el día que decidí irme… ¡No tenía vida! ¡Siempre cuidando de ella! ¿Egoísta? ¡Claro que lo soy! ¿Y qué? Hoy en día la gente lo es… Pero como dijo alguien “A veces se gana y casi siempre se pierde”.



-Perdona…
-¿Qué?
-¿Qué asiento llevas?
-14B
-Pues, estás en el mío entonces…
-Perdone…



Me cambié.
Quizá sea eso… No he encontrado aún mi lugar… “beep beep”. El tren se va, buen viaje y hasta pronto.


(Arquetipo "El yo reflexivo")

★la geмa del ғaraón★


Ella la tenía en sus manos, era angulosa y brillante. Por fin lo habíamos logrado.



Tras cruzar el desierto de Nemetec, los siete montes de Anubis y el río sagrado, habíamos logrado encontrar el templo del faraón Ramsés V. Parecía que habíamos pasado lo más difícil pero aún quedaba salir de la tumba y lograr salvar el tesoro. Era una misión difícil pero valía la pena: el museo de Londres pagaba 1.000.000 de libras por encontrar el tesoro más preciado de este faraón “la gema”. Según cuenta la leyenda esta gema contiene en su interior el elixir de la vida eterna, la inmortalidad. Si el mundo supiera su fórmula, podría curar enfermedades como el cáncer.


En ese momento cruzábamos la séptima y última cripta que nos llevaría a la salida. Todo parecía acabar bien hasta que un grito de Elisabeth me detuvo. Me giré y Elisabeth estaba en el suelo. Su cara reflejaba pánico y un hilo de sangre caía de su delicado brazo:

-Me ha mordido… me ha mordido…

Oí su cómo se alejaba. Era una víbora egipcia, pequeña y escurridiza, la especie de serpiente más peligrosa de toda Arabia, de picadura mortal, justo ahora… Eso significaba que… A Elisabeth le quedaban pocos minutos de… ¡No! ¡No podía ser!

-¡Vete! ¡Vete! – no paraba de repetir ella. Entonces abrí mi mochila…

-¡No lo hagas! – me gritó. Sabía perfectamente lo que estaba pensando…
¿Qué hacer? ¿Salvar el mundo? ¿Hacerse rico? ¿O salvar a Elisabeth?

(Arquetipo "La búsqueda y el viaje")