Hoy en día se vive en una sociedad consumista y de masa. A las personas que pertenecen a esta sociedad moderna, les gustan las realidades adornadas. No pueden comprar un móvil simple, sino, uno con 3G, cámara y hasta la funda a juego. No quieren un coche habitual, sino uno de gama alta, automático y con bluetooh. Lo mismo pasa con la música.
No basta con una bonita melodía. Esta, está recubierta de una capa jugosa de marketing. Un producto hecho a la justa medida de personas sin tiempo y con poca sensibilidad y conocimientos musicales. Personas que de camino al trabajo encienden la radio, que bajan por el ares el último hit de Madonna o que bailan acalorados en el PUB.
En el día a día de estas personas, la música pasa a un segundo plano, suena de fondo, como el hilo musical de unos grandes almacenes. Entonces, ¿Cuál es el problema? ¿La música o la sociedad?
La música siempre estará ahí, con su esencia creativa y armoniosa. La forma de apreciarla es lo que cambia día tras día. Como dice el Cigala:”la música es el sonido del alma”. Quizá, estas almas del siglo XXI, no emitan sonidos lo suficientemente fuertes como para eclipsar el ruido del tráfico.
Pero que no suenen las alarmas. La música lleva millones y millones de años sobre la tierra. Y siempre existirán genios con capacidad crítica, que hagan perdurar el cuarto arte sobre ella.